El Growth Hacking es una forma distinta de ver y buscar cómo hacer crecer una empresa en un mercado con los mínimos recursos posibles. Los profesionales de dicha disciplina - llamados growth hackers - se encargan de redefinir los productos y su comercialización para conseguir que lleguen al máximo número de personas.
En otras palabras, son especialistas del crecimiento empresarial que no se basan únicamente en hacer crecer la empresa mediante ventas. Por el contrario, analizan el producto, redefinen aquellas características del mismo que puedan hacerlo más adecuado a su público y, una vez optimizado el producto, definen o ajustan las técnicas de marketing adecuadas para su comercialización.
Para aplicar las técnicas de Growth Hacking hay que tener una visión global del negocio y analizar cuál es la parte cuya optimización supondría un menor gasto y tendría mayores repercusiones en el negocio.
En el sector de la cosmética, la voluntad de crecer suele girar alrededor de tres ejes: Aumentar clientes, aumentar el ticket medio y que los clientes nos sigan comprando.
Con estos tres ejes, el primer paso es establecer unos objetivos. Para establecer estos de manera que sean aptos para el crecimiento del negocio, debemos pensar en objetivos que cumplan las siglas SMART: Todo objetivo debe ser específico, medible, alcanzable, realista y temporal.
Por ejemplo: “Queremos aumentar un 15% el porcentaje de gente que nos vuelve a comprar en un periodo de 3 meses”. También deberemos establecer los KPIs mediante los cuales monitorizaremos y analizaremos los resultados para basarnos en datos cuantitativos y objetivos.
Cuando hemos establecido ya nuestro objetivo de crecimiento, el siguiente paso es identificar aquella palanca que nos permitirá lograr alcanzarlo con el mínimo esfuerzo posible.
- ¿Podemos lograrlo mediante una estrategia de fidelización?
- ¿Podemos hacer que el cliente se sienta el protagonista?
- ¿Podemos mejorar la manera en que mantenemos la comunicación con él/ella mediante una estrategia de email marketing?
- ¿Lo mantenemos al tanto de las novedades?
- ¿Nos mantenemos como una marca de referencia en el sector?
Una vez seleccionemos la palanca que queremos usar, pasaremos a una fase de experimentación. Los experimentos son las tácticas mediante las cuales vamos a accionar la palanca y deben ser acciones que podamos ejecutar de manera rápida y ágil.
Por ejemplo, si nos decantamos por una estrategia de fidelización,
- ¿Qué acciones se van a conformar?
- ¿Cómo los vamos a fidelizar?
- ¿Podemos entregar tarjetas o cupones de descuento?
- ¿Podríamos entregar tarjetas de puntos acumulables?
O también podríamos optar por tarjetas de membresía; otras opciones sería dar un trato preferente a los clientes principales, la personalización, mantener la comunicación postventa para asegurarnos de que el cliente está contento con el producto y hacerle saber que estamos ahí por si surge cualquier asunto… etc.
No olvidemos que cada uno de los experimentos deben ser monitorizados y analizados para extraer aprendizajes. Debemos ver cuántos clientes vuelven y en cuanto tiempo, si interactúan con nosotros mediante los canales de comunicación que establecemos, si nos ponen reseñas, si nos siguen en redes… etc.
Por último, todos aquellos aprendizajes que extraigamos debemos dejarlos registrados. Este último paso es el más importante ya que registrar el resultado y los datos extraídos de cada experimento acabarán generando una base de datos sobre aquellas acciones que funcionan y las que no para hacer crecer el negocio; eso nos volverá cada vez más eficaces y eficientes a medida que pase el tiempo.
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